Thursday 22 November 2012

AUTOSTOP con DIOS.


Sí. Se puede hacer autostop con Dios. Entre el fin de semana pasado y esta semana, lo hemos podido comprobar. En Alemania el transporte público es carísimo, y como vivimos en un pueblecito perdido cerca de la frontera con Polonia, si queremos ir a “la civilización”, hemos de pagar un billete de Löbau a Dresden que cuesta 9 euros, por 1 hora de viaje, más un bus de Herrnhut a la estación de Löbau que son 3 euros. Además, hace varios días decidimos ir más de una vez por semana a Dresden a tocar música en las calles para conseguir dinero para poder comprar pequeños instrumentos como shakers, kazzos, chilófono, harmónica, o alguna melódica para llevarnos a Europa del Este. Seguramente estaremos trabajando en orfanatos y en hogares para niños, así que sería genial tener instrumentos pequeñitos para tocar con ellos. Y como no queremos gastarnos el dinero que ganamos tocando en las calles en un billete de tren, así que el sábado, Erika y yo  decidimos intentar hacer autostop desde Herrnhut a Dresden. Fuimos caminando hasta la parada del bus, que pasa cada hora más o menos, pensando que, en caso de no encontrar ningún coche, siempre podíamos pagar el bus y el tren hasta Dresden. Empezamos a orar por el camino, y al llegar, vimos que el bus tardaría en llegar 30 minutos. Seguimos orando y haciendo la señal de autostop a cada coche que pasaba. Entonces, Erika dijo: “Señor, sabemos que eres capaz de proveernos un coche 1 minuto antes de que el bus llegue, y además ese coche nos llevará directamente a Dresden”. 1 minuto de reloj antes de que el bus llegara, un coche rojo puso el intermitente y paró. Con mi bajo nivel de alemán, le pregunté al conductor, un hombre alemán de unos 40-50 años, si iba hacia Löbau (es difícil encontrar a alguien que vaya directamente a Dresden, ya que está a 1 hora de camino). El hombre dijo: “Bueno, voy a Dresden”. Y Erika y yo, alucinando y con una sonrisa de oreja a oreja, le dijimos que también íbamos a Dresden. Él, muy amablemente puso mi guitarra en el maletero, y quitó del asiento de atrás una de las sillas de bebé (habían dos) para que pudiéramos caber en el coche. Durante el viaje, estuvimos hablando sobre nuestro viaje, y estaba muy interesado en Rumania. De hecho, nos comentó que le apasionaba la fotografía, y que tenía un par de bolsas con ropa de sus hijos que ya no utilizaban, por si queríamos llevarlas a Europa del Este para dárselas a los niños de allí. Así que quizás la semana que viene vamos a buscarlas, aunque andamos un poco cortos de espacio en las furgonetas. En fin, que llegamos a Dresden y, a parte de poder comprar botas calentitas para nuestro Outreach, estuvimos tocando unos 40 minutos, en los que conseguimos 27 euros. Al cabo de dos días, decidimos volver a Dresden ya que se nos presentaba la tarde del lunes libre. Y, otra vez, decidimos tener fe en que Dios era capaz de proveer un coche para llevarnos a Dresden. Esta vez éramos 3: yo, Erika y Tabea. Empecé a orar mientras hacía la señal con mi mano derecha a los coches que pasaban, y les dije a Tabea y a Erika que no me dejasen orando sola, sino que orásemos las 3 a la vez. En cuando dijimos “Amén” una mujer paró su coche, y dijo que nos llevaba hasta una ciudad no muy lejos de Dresden, donde, según ella podríamos hacer autostop fácilmente hasta Dresden. Así lo hicimos, y al llegar, empezamos a orar pidiéndole a nuestro Padre que proveyera un coche para sus princesas, que empezaban a tener mucho frío esperando un coche. Pasaron unos 5 minutos, y un hombre con un coche de estos en los que te da cosa entrar con barro en los zapatos, paró y dijo que iba al centro de Dresden. Llegamos en un abrir y cerrar de ojos porque el hombre conducía híper-mega rápido en su súper cochazo. Así que andamos hasta la calle principal de Dresden, donde están todas las tiendas. Tocamos aproximadamente 2 horas, con un parón entremedio, y conseguimos 50 euros. Fue bonito porque entre el ajetreo de las compras y la ciudad, aún había mucha gente que se paraba a escuchar… deajaba algunas monedas, y sonreía.
Lo malo es que tuvimos que volver en tren. Era ya muy tarde y aunque no dudamos en que Dios es capaz de proveer un coche en cualquier sitio, no sabíamos por donde empezar desde el centro de Dresden, y sentimos que era más responsable coger el tren. Tuvimos que pagar 27 euros por los 3 billetes, y lo pagamos con parte del dinero conseguido (entre los dos días...casi 80 euros aprox). Ahora sólo tenemos 50 y pico euros para comprar instrumentos, que ya es bastante J aunque quizás volvemos a Dresden una vez más para tocar un ratito más… e ir a la tienda de música! Y confiamos, expectantes, en ver que carruaje proveerá el Rey para que sus princesas puedan viajar!



1 comment:

  1. Dios provee :D
    aix Keila....gracias :)
    Tastimem molt!!

    Pray 4 us as well!!

    Ben&Li

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